domingo, 14 de julio de 2013


"Quien tiene un porqué para vivir, encontrará casi siempre el cómo”
Friedrich Nietzsche


Encontrándome próximo a cumplir los 70 años, y con las experiencias y vivencias recogidas en los diferentes escenarios de la vida, quisiera transmitirles algunas herramientas que he descubierto para ser feliz o al menos tener una carta de navegación que permita proyectarnos, comprendiendo nuestro pasado irreversible, que muchas veces contamina el presente y un futuro más placentero.


Viktor Frankl es un psiquiatra austriaco y sobreviviente del campo de concentración de Auschwitz. En su paso por Chile en mayo de 1991, invitado por la Universidad Andrés Bello, reflexionó sobre el sentido de la vida. Frankl postula que desde que uno nace hasta que muere, la gran interrogante es cómo orientamos nuestra vida o qué sentido le damos. Sostiene que ésta no se colma solo gozando, sino también sufriendo. Es más, la vida puede llegar a su plenitud incluso en el propio fracaso.

Ningún dolor significa un vacío; siempre es la posibilidad de algo nuevo, ya sea modificando rumbos, rectificando errores o confirmando decisiones. Por su extrema experiencia de vida, Frankl encontró en el humor otra arma con que el alma lucha por su supervivencia. Éste puede otorgar la distancia necesaria para sobreponerse.

Por su parte, el siquiatra chileno Sergio Peña y Lillo señala que logra la felicidad, quien es capaz de soportar los vaivenes de la vida con serena dignidad. No por insensible, sino por la grandeza de alma, donde los temores no se dominan con resistencia, sino que se los acoge, y si es posible, penetran. Esto es “saber de qué están hechos” y explorarlos para así develar su contenido y significado.  



Todas las experiencias del hombre son potencialmente nutritivas siempre que, como ocurre en la digestión del organismo, éste asimile lo beneficioso y se libere de lo tóxico y dañino.

Pues bien, de esto y otros temas busco -a través de mis charlas- motivar a las personas a ser más felices, que aprendan a darse cuenta de lo que tienen a su alrededor y valorar los regalos que nos da la vida. ¡Vamos pues, cambiemos el vector!



Afectuosamente,
Lionel Acuña Faúndez


Santiago, Julio de 2013