Friedrich
Nietzsche
Encontrándome próximo a cumplir los 70 años, y con
las experiencias y vivencias recogidas en los diferentes escenarios
de la vida, quisiera transmitirles algunas herramientas que he
descubierto para ser feliz o al menos tener una carta de navegación que permita proyectarnos, comprendiendo nuestro
pasado irreversible, que muchas veces contamina el presente y un futuro más
placentero.
Viktor Frankl es un psiquiatra austriaco
y sobreviviente del campo de concentración de Auschwitz. En su paso por Chile en mayo de 1991, invitado por la
Universidad Andrés Bello, reflexionó sobre el sentido de la vida. Frankl postula
que desde que uno nace hasta que muere, la gran interrogante es cómo
orientamos nuestra vida o qué sentido le damos. Sostiene que ésta no se
colma solo gozando, sino también sufriendo. Es más, la vida puede llegar a su
plenitud incluso en el propio fracaso.
Ningún dolor significa un vacío; siempre es la posibilidad de algo nuevo, ya sea modificando rumbos,
rectificando errores o confirmando decisiones. Por su extrema experiencia de vida, Frankl encontró en el humor otra arma con que el alma lucha por su
supervivencia. Éste puede otorgar la distancia necesaria para sobreponerse.
Por su parte, el siquiatra chileno Sergio Peña y
Lillo señala que logra la felicidad, quien es capaz de soportar los vaivenes
de la vida con serena dignidad. No por insensible, sino por la grandeza de
alma, donde los temores no se dominan con resistencia, sino que se los acoge,
y si es posible, penetran. Esto es “saber de qué están hechos” y explorarlos para así develar su contenido y significado.
Todas las experiencias del hombre son potencialmente
nutritivas siempre que, como ocurre en la digestión del organismo, éste asimile lo beneficioso y se libere de lo
tóxico y dañino.
Pues bien, de esto y otros temas busco -a través de
mis charlas- motivar a las personas a ser más felices, que
aprendan a darse cuenta de lo que tienen a su alrededor y valorar los regalos
que nos da la vida. ¡Vamos pues, cambiemos el vector!
Afectuosamente,
Lionel Acuña Faúndez
Santiago, Julio de 2013